Disculpen la falta de fotos en esta entrada,
pero es difícil encontrar wifi decente aquí en Bolivia. Cuando podamos,
subiremos algunas.
Hoy debemos decir sin dudar que Bolivia, en su
último capítulo, nos sorprendió muy gratamente. A decir verdad no habíamos averiguado
demasiado sobre el lugar que titula esta entrada y no teníamos expectativas que
cubrir. Mejor así.
Empezó temprano nuestra sorpresa cuando al
salir de La Paz, vislumbramos la inmensidad del lago Titicaca. Teníamos
planeado llegar a Copacabana (la puerta boliviana de acceso fluvial al lago),
para luego dejar al Arito en un estacionamiento y embarcar en un ferry hasta la
sagrada Isla del Sol. Y todo salió como lo planeamos, aunque nuestro desconcierto
iba creciendo a medida que nos acercábamos a Copacabana. Curvas y contracurvas
bordeando el lago y sus mil islas, a veces casi sobrevolándolo a 4200 mts. Hasta
tuvimos que subir al Arito a un lanchon para cruzar un estrecho antes de llegar
a destino.
Como siempre, por errores en indicaciones, nos
costo encontrar el estacionamiento, aunque luego todo salió perfecto: compramos
los pasajes del ferry, almorzamos, y a la 13:30 ya estábamos esperando
sentaditos en nuestros puestos. El día había sido soleado hasta ese momento
cuando todo cambió. Se dilató la partida por mal tiempo y con razón, ya que el
traqueteo y balanceo que duraron las dos horas del trayecto fueron testimonio
irrefutable. De hecho, al llegar a la isla, con un frio gélido y un viento
huracanado, varias personas de ahí nos indicaron que nunca habían visto algo así.
Por lo menos, y lo digo sin el menor arrepentimiento, la odisea del ferry nos
sirvió para conocer varias personas de esas que enriquecen los viajes.
Especialmente a Juan José, el cachaco, al cual aprovechamos para saludar, por
donde quiera que lo hayan llevado sus pies.
La noche fue muy fría, aunque no era nada que
una buena charla con gente amena no pudiera salvar (la charla y un par de
camperas de ski, por supuesto). Rodeados como estábamos, además, de uno de los
centros espirituales más importantes y antiguos del mundo. Que todavía, como lo
averiguaríamos más tarde, está muy lejos de ser un museo.
Esta mañana, entonces, nos levantamos muy
temprano para visitar La Roca Sagrada, la mesa ceremonial y el Templo de la
Isla del Sol.
Para los que desconozcan la historia, aquí va
un breve resumen:
Antes de los Incas, que llegaron a estos
lugares en el 1200 D.C., aproximadamente, la Isla del Sol ya había sido un
lugar sagrado para la cultura Tiwanaku (de la cual descienden los aymaras,
actuales pobladores de la isla y los alrededores del lago Titicaca) por mucho
tiempo. Se sabe que ellos habitaban estos lugares desde el 1500 A.C.
Como decíamos, ellos fueron conquistados por
los incas, aunque mantuvieron su lengua y sus costumbres aymaras. De hecho, del
choque de estas dos culturas, nació la mitología Inca. Se cree que en la isla
nacieron los primeros incas: Mamá Ocllo y Manco Cápac; que la roca sagrada es
la representación de Viracocha en la tierra y que (y esto explica el nombre de
la isla) en las cercanías de esta roca, nació el Sol, y allí dejo sus primeras
huellas. Incluso se conservan la mesa de sacrificios y el templo donde se
incubaban todas estas creencias.
La isla, entonces, fue y sigue siendo, el
centro espiritual para estas dos culturas.
Continuando con la crónica, por la mañana bien
temprano, encaré la caminata hasta las mal llamadas ruinas. Me encontré solo
ante todo esto, ya que Mali se me unió más tarde, por no sentirse muy bien.
Es un lugar sencillamente maravilloso, en
particular, por la simple razón de que permanece muy vivo. Se sigue utilizando
para ceremonias y celebraciones hasta el día de hoy. Además, está completamente
rodeado de colinas veteadas de terrazas para cosecha o takanas que se mantienen en uso desde hace casi 3 mil años.
Prometemos incluir algunas fotos próximamente,
cuando el dios Internet nos lo permita.
Esta tarde volvimos a Copacabana, mañana
cruzamos a Perú y esperamos dormir cerca de Cuzco, para llegar hasta allí al
día siguiente.
Saludos y abrazos para todos los que se mantienen
pendientes,
Juan.
Excelente narración, animo!!!
ResponderEliminarEspero que el encuentro se repita en Bogotá. Un cálido saludo y que el camino los trate bonito.
ResponderEliminarJuan José de nuevo reportando desde COL.