Bolivia ha sido una
prueba dura, y en muchos aspectos, como bien lo indico Mali en sus entradas en
el blog. Aunque lo ha sido mas para nosotros que para el Arito. El ha soportado
estoico trepadas abruptas hasta los 4150 metros. Solo un par de veces hemos
tenido que parar por unos minutos en medio de una escalada para no arriesgar
una recalentada. Y conste que con todo el polvo que hemos tragado, todavía le
estoy debiendo una sopleteada de radiador. Ademas, no olvidemos que va cargado
hasta la manija. Aquí hago un paréntesis para hacer una recomendación para
cualquiera que quiera encarar estas rutas tan altas en un auto que no sea un
bmw, un audi o algo por el estilo. Nuestro Arito tiene una característica que
ha probado ser inapreciable hasta ahora. Sus electroventiladores, además de
arrancar automáticamente a cierta temperatura, tienen cada uno su luz testigo y
su tecla para accionarlos manualmente. Eso significa que yo, ni bien veo que la
ruta encara hacia arriba (sobre todo a estas altitudes donde el oxigeno escasea)
los enciendo preventivamente para mantener baja la temperatura.
Continuando con el
tema vehiculo, quiero hacer una aclaración sobre la encajada que nos pegamos en
medio del desierto entre Atocha y Uyuni. Puedo decir sin ninguna vergüenza que
fue completamente culpa mia. Baje del ripio buscando en la arena (que no parecía
tan blanda) algún respiro del serrucho continuo que era el camino. De pronto la
huella se volvió profunda y en vez buscar volver a lo firme, segui derecho. Con
lo cual, para decirlo correctamente, no nos quedamos encajados sino colgados.
El diferencial trasero estaba apoyado completamente y mantenía las ruedas casi
en el aire. Para colmo, cavar para poner piedras debajo de las ruedas era casi
imposible, sacabas una palada de arena del hueco y volvia a caer el doble.
Sumenle a eso el sol que parte la tierra a casi 4000 mts y tendrán un coctel
hermoso. Por suerte apareció esa camioneta del ejercito boliviano y nos tiro.
Hemos escuchado muchas historias de gente que ha tenido que dormir en ese tramo
después de quedarse encajada. Incluso, como será de feo ese camino, que las
Land Cruisers de los tours que tienen copada esa area, con sus gigantes ruedas
rodado 17, nunca andan sin su correspondiente pala en el porta equipaje.
Como les decía, el
Arito se ha portado mejor en estos lares que nosotros mismos. Mali se ha
sentido mal en algunas oportunidades y yo en otras, tanto asi que el tramo de
Uyuni a Potosi lo hice casi vomitando y con unas líneas de fiebre. Cuan
cansados estábamos del sol inclemente de Uyuni y de sus constantes nubes de
polvo…
Para finalizar,
hare una reflexión de tipo sociológica con respecto a este hermoso país que es
Bolivia. No descubrimos nada si decimos que en algunas partes la gente no es
del todo simpatica y dicharachera con los visitantes como nosotros, aunque creo
entender porque. Note también algo similar el año pasado en el sur de Chile, y
me parece que se relaciona con la condición de pueblos originarios de sus
pobladores. Tanto aquí como allí, me parece que lo que hay es desconfianza
hacia los forasteros, y en algún punto podemos decir que es justificada.
Convengamos que en el pasado estos pueblos no han recibido mas que golpes y
traiciones de parte de los que han venido de afuera, y en muchos lugares
(salvando al turismo “consciente” de los últimos años) siguen poniendo la otra
mejilla. Para peor, en nuestros países, el estatus de los pueblos originarios
no ha sido resuelto satisfactoriamente y la posesión de sus tierras en muchos
casos corre riesgo. Debemos entonces los visitantes, los turistas, creo yo,
superar esa desconfianza y tratarlos con simpatía y respeto, mostrándoles que
no tienen nada que recelar de gente como nosotros. Asi, paulatinamente, les ira
mejor en su relación con el turismo, que en muchos casos es la única esperanza
de desarrollo que les queda.
En definitiva,
Bolivia no ha sido fácil. Aquí recorrimos Villazon, Atocha, Tupiza, Uyuni,
Potosi, Oruro y La Paz. Mañana partimos hacia Copacabana, hacia el sagrado Lago
Titicaca. De allí cruzaremos a Peru, pero mejor no nos adelantemos…
Saludos, Juan.
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