Siguiendo el ejemplo de otras páginas de viaje, voy a dar mi opinión sobre el
estado de las rutas que recorrimos, de un modo general, claro está. Agregando también
algunos datos laterales, que igualmente pueden ser de utilidad para cualquiera
que tenga un viaje como este en mente.
Lo dividiré
por país, siguiendo el orden en que fueron apareciendo ante nosotros.
Argentina
Es difícil
para un argentino poner una calificación certera a nuestras rutas, pero trataré
de hacerlo con toda la objetividad que sea posible. En general, por la zona
centro del país, las rutas y autopistas son muy buenas, incluso también los
caminos de tierra. Cerca de los Andes, el panorama es completamente diferente.
Muchas veces, debido a lo extremo del clima (heladas, nevadas, deshielos y
clima seco el resto del año) se encuentran muchos huecos en las rutas de
asfalto y el ripio, si bien suele estar mejor que en otros países, puede
sorprenderte con partes serruchadas o cortadas. Conviene, sobre todo en los
pasos con Chile (muchos de ellos están abiertos solo en verano) preguntar a
vialidad o gendarmería antes de elegir el camino a recorrer.
Bolivia
Sorprendentemente,
y esto se debe al desarrollo vial de estos últimos años, las rutas de asfalto
son buenas. Por eso, pueden llegar a encontrar recomendaciones negativas en
distintos sitios, si no son recientes. Ahora, los caminos de ripio son otra
historia. Y no los recomiendo para viajeros de largas distancias. Es preferible
dar una vuelta de 500kms antes que un camino no asfaltado de 200kms. Además,
seguramente va a resultar siendo más eficiente, en cuanto al tiempo. El clima
es extremadamente seco todo el año en la mayoría del territorio boliviano, muy
ventoso, y eso hace que el ripio termine resultando un serrucho continuo y sin
final. Hay que saberlo, si vamos a recorrer una ruta de ripio, será
completamente cortada. No debe tenerse la menor esperanza de encontrar una zona
buena. Ahora bien, se nota que se están asfaltando muchos caminos, así que
puede esperarse un mejoramiento sustancial para los próximos años. De cualquier
modo, en todo momento debe tenerse extremo cuidado con cualquier vehículo que
circule a su alrededor, especialmente con las “vans” o “busetas”, que conducen
de un modo que solo podría definirse como “asesinos seriales al volante”.
Perú
Las
carreteras son bastante buenas, con algunos tramos deficientes, pero en general
uno puede manejar sin sobresaltos. Caminos de ripio y tierra los hay de todos
los tipos. En el desierto, no es recomendable encararlos a menos que se tenga
pala y un vehículo doble tracción y sobre todo alto, ya que muchas veces uno no
se queda “encajado” sino colgado, con los diferenciales bien apoyados sobre la
arena. Y en las zonas altas y húmedas, el barro los hace peligrosos. En
definitiva, como ya dijimos, es mejor no correr riesgos, si se tienen miles de
kilómetros por delante. Con respecto a las distancias, hay que hacer una
aclaración. Aun en los tramos que no tengan muchas curvas, no puede esperarse
un promedio de tiempo de manejo como a los que estamos acostumbrados los
argentinos, los chilenos o los uruguayos. Salvo en los tramos de autopista (que
no son muchos, y se encuentran casi todos en los alrededores de Lima), en
ningún otro lado hay accesos para los pueblos y ciudades, lo que causa un gran
retraso. Cada 40 o 50 kms la ruta se convierte en la calle principal de un
poblado y entonces podremos encontrar “busetas”, “mototaxis”, motos,
bicicletas, peatones, etc, etc, etc. Además, los peruanos utilizan un método de
conducción parecido al boliviano, desconociendo incluso la correcta utilización
de las luces altas y bajas, prefiriendo solamente las altas.
Ecuador
Cuando
se cruza a Ecuador, pasando por Tumbes, sobre la costa del Pacífico, el cambio
no puede ser más abrupto. Del desierto más seco se pasa inmediatamente (luego
de cruzar el rio que hace de límite natural) al verde de la selva, los
manglares y las plantaciones de banano. Y el cambio se refleja en la ruta
también. Ecuador, en estos últimos años, es el país de Sudamérica que más ha
invertido en la cuestión vial. La mayoría de sus rutas, que son muchas para un
país tan pequeño, son autopistas de 4 carriles o más, y las que no lo son,
tienen unas banquinas tan grandes como carriles, hacia los que se corren
respetuosamente los conductores que van más despacio. Aquí da gusto viajar. Los
peajes son muy baratos, 1 dólar cada 150kms aproximadamente, y el combustible,
altamente subsidiado: 1 dólar por galón de 4 litros. Finalmente, Los caminos
vecinales no asfaltados se ven buenos, aunque hay que tratar de evitarlos en
temporada de lluvia.
Colombia
Sobre
Colombia, parece ser que cada persona que lo recorre tiene una opinión
radicalmente diferente de la anterior. Y esto puede apreciarse en muchos blogs
y sitios de viaje. La realidad es que actualmente, las rutas son muy malas. Hay
tramos buenos, sobre todo saliendo de Cali hacia Medellín, pero en general las
carreteras están totalmente descuidadas. Para peor, cobran peajes muy caros
incluso en las peores zonas. Y los cambios entre pedazos buenos y malos pueden
ser totalmente repentinos, transformando el viaje en algo bastante peligroso.
Recomiendo mucha precaución al conducir, y solamente hacerlo de día. De los
caminos sin asfalto, ni que hablar. Viajeros de largas distancias no deberían
recorrerlos, en mi opinión, bajo ningún concepto. Además, se debe tener en
cuenta la misma dificultad que ofrece la geografía peruana. No existe ciudad ni
pueblo con accesos, la ruta parte a todos por el medio, y esto hace el viaje mucho
más lento. En una jornada completa de ruta (digamos 12 horas), sin correr
riesgos, se pueden recorrer 500kms aproximadamente.
Chile
Cuando
pienso en este tramo, se me cruzan muchas impresiones, que a veces chocan unas
con otras. Veamos, a todos los habitantes de estas latitudes le habrán hablado
alguna vez sobre las rutas chilenas, y creo que eso que se repite no es
enteramente mentira, por supuesto. Que las rutas son buenas, es cierto, aunque
dado el tipo de territorio, tampoco son muchas. Incluso, la tan mentada
autopista, solo aparece menos de 1000 kms antes de Santiago (luego continua
hacia el sur hasta Puerto Montt). Lo que molesta un poco, y es algo que
cualquiera en un viaje similar debe considerar, es el costo. Los peajes
chilenos son los más caros del continente. Hay uno cada 60kms aproximadamente
(en los tramos de autopista) y cuestan más o menos $45 argentinos. A eso hay
que sumarle el valor del combustible, $14 o $15 el litro de gasoil (diesel) y
$17 y $18 la nafta (gasolina). En muchos miles de kms, los gastos son enormes.
Y eso que no incorpore a la ecuación lo caros que son los alojamientos. Esto quizás,
en alguna otra entrada, lo mencione en detalle.
Conclusión
Para
un viaje como éste, no hace falta necesariamente un vehículo alto, camioneta o
similar, pero debe tenerse cuidado antes de encarar tal o cual ruta. Tampoco
hay que fiarse del todo de las recomendaciones sobre si un camino esta bueno o
no que puedan darnos los locales, porque muchas veces la gente está acostumbrada
a sus caminos y lo que puede ser "bueno" en su opinión, podría no
serlo para un viajero, que tiene que considerar, además, los muchos miles de
kms que todavía quedan por recorrer.
En
definitiva, teniendo un poquito de precaución, ¡solo hay que animarse!
Próximamente,
habrá dos entradas más. Una con recomendaciones sobre alojamientos y en la
otra, hare una deconstrucción de la vergonzosa guía de Lonely Planet: “Sudamérica
para mochileros”.